Bomberos Ayuntamiento de Madrid

Historia del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid.

Los comienzos (Acuerdo 1577):
Durante la Edad Moderna, los primeros incendios que alarmaron a la población madrileña llevaron al Consejo de la Villa a redactar el 9 de julio de 1577 el primer acuerdo sobre fuegos, haciéndose imprescindible reunir a un grupo de hombres, dotados del material necesario para socorrer a la capital en los casos de incendios.
Entre otros materiales se compraron aguatochos o jeringas grandes, 24 cubetas de cuero, 6 garfios con picas largas, 12 palanquillas de hierro, 12 azadones de monte, 12 piquetas, 6 maromas delgadas, 2 escaleras largas y 6 carros cubas de agua para que los carpinteros, oficiales de obras y alarifes acudieran a los fuegos cuando se les diera la orden por medio de las campanadas de las iglesias.
  
Carpinteros nombrados Matafuegos (1618):
En otras ciudades como Toledo, ya existían estas prevenciones y contaban además con cuatro cuadrillas de
carpinteros que eran nombrados por su ayuntamiento con el sobrenombre de oficiales del fuego. 
Tenían la obligación de acudir a todos los fuegos que sucedían en esta ciudad, utilizando aguatochos y azadones. En Valladolid existían 24 carpinteros llamados matafuegos, que eran elegidos cada año con las mismas obligaciones y, en ambos casos, percibían una remuneración por ello. 
Desde Madrid se pidieron informes a estas dos ciudades solicitando al consejo los premios y honores que allí disfrutaban. El 3 de noviembre de 1618, D. Francisco de Villasis, corregidor de Madrid, elaboró un dictamen en el que por primera vez un grupo de 24 carpinteros se dedicaría a «matar los fuegos» de la capital, percibiendo un salario por sus servicios y nombrándoles «Matafuegos de la Villa». 
Foto de Especiales Informativos
Carpinteros.
  
Maestros Bomberos (1767):
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII el servicio experimentará algunos cambios que harán mejorar su organización y funcionamiento notablemente.
El 4 de diciembre de 1767 fue contratado por el ayuntamiento un maquinista hidráulico y constructor de bombas, D. Juan Jorge Graupner, concediéndose por primera vez en Madrid el cargo de «maestro bombero».
Desempeñaron este oficio diez hombres, siendo el último Tomás Guisasola en 1889.


Diseño de bomba de brazal de Juan Jorge Graupner.
Instrucción de Incendios (1789):
El 20 de noviembre de 1789 fue firmada la primera instrucción para sofocar los incendios, siendo rey Carlos IV y corregidor de la villa José Antonio de Armona y Murga. Consta de 35 capítulos con prevenciones a la altura de la época.
En el año 1777 se elaboró un expediente a instancia del excelentísimo Sr. Conde de Campomanes, «sobre la necesidad de tomarse providencias para cortar los incendios que ocurran en Madrid, y evitar la confusión y desgracias que con el desorden se experimenta en tales casos».
El 20 de noviembre de 1789 fue firmada la primera instrucción para sofocar los incendios, siendo rey Carlos IV y corregidor de la villa José Antonio de Armona y Murga. Consta de 35 capítulos con prevenciones a la altura de la época.

Instrucción para sofocar los incendios.

Incendio Plaza Mayor (1790):
El 16 de agosto, a las once de la noche, se originó un incendio entre el arco de Cuchilleros y el arco de Toledo.
El fuego permaneció vivo durante nueve días y aunque asistieron más de mil hombres, las bombas, aguatochos y más de 750 cubos y espuertas, resultó imposible evitar que desapareciera la plaza en un tercio de su perímetro. 
Durante esos días se gastó en extinguir el incendio más de medio millón de reales y se repartieron más de 46.000 raciones de pan y queso para los que trabajaron sin descanso en uno de los mayores incendios que ha sufrido nuestra ciudad.
SM. Carlos IV puso a disposición de los 1302 madrileños afectados un millón de reales de su real erario.


Incendio Plaza Mayor.
Seguros de Incendios (1822): 
Es a partir de 1822 cuando se instala en la capital la “Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Casas de Madrid”.
Esta, era la reunión de propietarios de las casas situadas dentro de las murallas con el fin de proporcionarse una garantía en sus propias fincas e indemnizarse recíprocamente de los daños causados por los incendios. La exposición de su proyecto se formuló el 27 de abril de 1822, siendo impreso y publicado su reglamento el 30 de noviembre del mismo año por valor de 69.501.128 reales y sancionado por el Consejo de Castilla, por Real Cédula, el 31 de marzo de 1824.
En el capítulo 5º, artículo 41, según su reglamento dice: «Que se cuidará de que se coloquen en las casas aseguradas en paraje visible una tarjeta o azulejo que diga “Asegurada de Incendios”».

Aseguradora de incendios. 

Manga de Salvación (1840): 
El incesante empeño de algunos inventores para mejorar el servicio de incendios dio lugar en el año 1839 a presentar, por Félix Pérez Pedrero, un invento para la capital llamado manga de salvación. Esta servía para evacuar a las personas por los balcones en los casos de incendios. 
El revolucionario invento se adquirió por el Ayuntamiento, realizándose por parte de su inventor una maniobra en la Plaza Mayor para el pueblo de Madrid el 10 de marzo de 1840. Iba instalada en un carro tirado por mulas y diez mangueros para su transporte en el lugar del siniestro.

Maniobra de rescate.


Ingeniero D. José María Aparici (1849):
Este capitán de ingenieros envió sus estudios al ayuntamiento de Madrid, el libro Bombero Zapador, publicado en Francia en 1846 por Víctor Frond y traducido al español en 1849 por él mismo.
Trascurridos treinta años su obstinación por mejorar el servicio de la capital, le llevó a traducir la obra del coronel París, Le feu a París et en Amerique, jefe de los bomberos de la capital francesa. 
En ambas ocasiones servirían de base para la organización del servicio contra incendios del Ayuntamiento de Madrid, introduciendo nuevos métodos de extinción, escalas de gancho y la gimnasia, entre otros materiales.

Obra de Aparici. 


Reglamento de Mangueros (1876):
El 19 de julio de 1876 se aprobaba por el ayuntamiento un reglamento para el «Cuerpo de Mangueros», quienes se dedicaban a extinguir los incendios en esta época. 
El personal lo formaban 5 capataces y 71 mangueros. 
Para ingresar serían requisitos indispensables tener de veinte a cuarenta años, cinco pies de estatura, robustez y agilidad para el trabajo, observar buena conducta, saber leer y escribir y tener oficio de carpintero o albañil. El salario era de 2,50 pesetas diarias.

Reglamento. 
Delegación de Incendios (1884):
Creada la Delegación Especial de Incendios en febrero de 1884 era separado este servicio de Policía Urbana. 
Esta delegación quedaría establecida en la tercera casa consistorial (Plaza Mayor), accediendo a ésta por la calle Imperial, actualmente el parque de bomberos número 6. 
Durante el transcurso de este mes se nombraría como delegado a Fernando de la Torriente, para ejercer la función que venía realizando el visitador general de Policía Urbana. Por primera vez un arquitecto dirigirá el servicio contra incendios de Madrid.

Plano delegación 1884.
  
Creación Cuerpo de Bomberos (1894):
En sesión de 5 de octubre se aprobó el primer reglamento del Cuerpo de Bomberos de la Villa de Madrid, quedando sostenido por las arcas municipales, «cuyo objeto es atender a la extinción de los incendios y al salvamento de personas y propiedades, prestando también su auxilio en los casos de hundimiento o inundación». 
Las catástrofes en otras ciudades de Europa dieron lugar a importantes reorganizaciones. 
Por ejemplo, en 1861 un incendio en la calle Tooley, en Londres, que duró dos días, falleció el jefe de bomberos de esta ciudad, Sr. Braidwood, y el gobierno nombró un comité que se encargara de organizar dicho servicio. 
En Madrid, el incendio de la calle Ribera de Curtidores ocurrido en la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1891, que produjo la destrucción de 12 edificios, dio lugar a que el alcalde de Madrid, el Conde de Romanones, presentara el 26 de septiembre de 1894 un proyecto de reorganización del servicio contra incendios.

 
Conde Romanones.  
Primera Bomba a Vapor (1898):
En sesión de 15 de diciembre 1897 se aprobó la compra de una bomba de vapor de la casa Shand Mason de Inglaterra, y a principios de noviembre de 1898 llegó a Madrid. 
Algunas de las ventajas de esta revolucionaria máquina eran los 900 a 1.000 litros de agua que lanzaba por minuto y la caldera era capaz de producir vapor entre cinco a siete minutos, desde el momento de encender el carbón, haciéndola funcionar a una presión máxima de 12 kilos. 
Se verificaron las pruebas de esta bomba en el parque del Retiro y tan satisfactorio fue el resultado y tan unánime el aplauso de cuantos lo presenciaron, que el ayuntamiento llegaría a comprar 4 del mismo modelo.

Maniobras en el Retiro con bomba. 
Construcción de Centros de Zona (1904):
Con objeto de dar otro vigoroso impulso al servicio, el concejal inspector del servicio contra incendios, Juan José Álvarez, interpuso toda su influencia con el alcalde, Marqués de Lema, con la intención de construir dos nuevos centros de zona. 
Se construyeron en el paseo de Santa Engracia y en la Ronda de Segovia, junto a la puerta de Toledo, además de reformar el que ya existía en la calle de O’Donnell. El propio director y segundo jefe del Cuerpo de Bomberos fueron los encargados de diseñar las nuevas infraestructuras y el 8 de abril de 1904 fue aprobado el proyecto, entrando en funcionamiento el 8 de febrero de 1907 los parques 1, 2 y 3.

Plano parque 3º.

Primer Automóvil (1908):
El 10 de julio de 1908 fue aprobado por el ayuntamiento un presupuesto de 12.500 pesetas para la adquisición de un coche automóvil de la casa Bayard Clement, de Francia, con destino a la dirección y servicio sanitario del cuerpo, con cabida para cinco plazas y botiquín.
El 16 de septiembre sería recibido en Madrid sometiéndole a una prueba de recorrido de 200 kilómetros. Al día siguiente, a las 12 de la mañana, tuvo lugar en la plaza de la Villa la presentación del primer coche automóvil del Cuerpo de Bomberos. Desde entonces, el ayuntamiento sigue presentando en el mismo lugar los vehículos de este servicio.


Primer coche automóvil.
Coches de Primera Salida (1910):
Una de las primeras medidas fue dotar al servicio de un chasis automóvil. La idea era montar en él un carro de personal y material y otro de mangaje y carbón que existían en el servicio. 
En sesión de 26 de agosto de 1910 se aprobó la compra, adjudicándose a la casa Lorraine Dietrich, de Francia, denominándose coche de primera salida. 
Contaba con un motor que generaba una potencia de 20 hp, consumo no superior a 35 litros a los 100 Km., cuatro velocidades y marcha atrás, ruedas con neumáticos y alcanzaba una velocidad de 40 Km./h en llano. En 1913 el cuerpo de bomberos contaba con cuatro coches de primera salida del mismo modelo, montando en éstos los demás carros de personal y material y de mangaje y carbón.

Coche de primera salida Lorraine Dietrich.
Primera Auto bomba (1916):
Dando continuidad a la modernización del servicio, el ayuntamiento aprobó en sesión de 23 de marzo de 1916, bajo un presupuesto de 40.000 pesetas, la adquisición por concurso público de la primera auto bomba, siendo seleccionada la de la casa Saurer de Suiza. 
La bomba era centrífuga de alta presión, de tres turbinas en serie, construida en bronce y la carrocería de color rojo. Estaba dispuesta para poder trasladar doce hombres sentados incluido el conductor. En el mes de julio de 1917 se recibiría este vehículo en Madrid, sometiéndole a la prueba de costumbre y su puesta en servicio.

Maniobras en el Paseo de la Castellana (1917).
Tracción Animal por Mecánica (1924):
A principios de los años 20 el motor de explosión había alcanzado tal grado de perfeccionamiento que en capitales como París, Berlín y Londres, se estaba sustituyendo toda tracción animal por la mecánica. 
En sesión de 27 de abril de 1923 se aprobaría un presupuesto excepcional de 617.500 pesetas para la compra, a la casa Benz de Alemania, de cuatro bombas, dos chasis para montar material de salvamento, tres auto tanques y cuatro escalas giratorias de un alcance de 28 metros. 
La dotación de la auto bomba estaría compuesta por seis bomberos y conductor, el auto tanque para dos bomberos y conductor y de la auto escala cinco bomberos y conductor. En septiembre de 1924 se cambiaría toda la tracción animal por la mecánica siendo alcalde de Madrid, D. Alberto Alcocer.

Escala Magirus (1924).
Teatro Novedades (1928):
El teatro Novedades sufrió dos incendios aunque sin graves consecuencias, pero el destino quiso que el domingo 23 de septiembre de 1928, a las nueve y cinco de la noche, se desatase un incendio en este teatro durante su representación, situado en la calle Toledo, frente al mercado de la Cebada.
De los 67 cadáveres recuperados del interior del teatro por los bomberos, 54 cuerpos fueron encontrados en una longitud de dos tramos de la llamada escalera trágica.
Hasta el 25 de septiembre los fallecidos fueron 72, pero aumentaría esta cantidad entre ochenta y noventa según lo reflejan otros trabajos relacionados con este siniestro.

Ruinas del Novedades.  
Guerra Civil (1936):
Desde principios de noviembre en que las tropas sublevadas llegaron a las riberas del Manzanares y Casa de Campo, Madrid sufrió un constante bombardeo hasta la primavera de 1937 (Batalla de Madrid). 
Este mes sería sin duda terrible para el Cuerpo de Bomberos, ya que en tan sólo 12 días fallecieron cinco bomberos. 
En septiembre de 1937 el general Miaja, jefe del Ejército del Centro, decidió que los bomberos serían movilizados pero no destinados fuera de la capital, ni dejarían de prestar su servicio como empleados municipales haciendo su cometido igual que anterior a su movilización. Es decir, se les destinaría a los Batallones de Zapadores del Ejército del Centro, cumpliendo su misión dentro del Cuerpo hasta el final de la guerra.

Bomberos trabajando en hundimiento en la calle Gran Vía por los efectos de las bombas.
Bomberos Fallecidos (1956):
Cerca de las ocho de la tarde, del 1 de julio de 1956, se declaró un incendio en el taller de carpintería y fábrica de muebles de la calle Crucero Baleares 25 en Vallecas. 
Minutos antes de las once de la noche, sofocado el siniestro, y cuando se dedicaban a refrescar y vigilar el lugar, se desplomó el edificio en su totalidad. El balance total de la catástrofe fue de cinco bomberos y nueve civiles muertos. Los cadáveres de los bomberos fueron trasladados desde el Instituto Anatómico Forense al parque primero, donde quedó instalada la capilla ardiente.

Funeral de los bomberos caídos.
La Gran Reforma (1965):
A partir de noviembre de 1965 es cuando el Cuerpo de Bomberos experimentará una transformación radical, denominada por algún periodista La Gran Reforma y para cuya realización se asignaron 230 millones de pesetas. Entre los años 1965 a 1970 se adquirieron 72 vehículos; tanques, bombas, escalas, vehículos de hidrocarburos, grúas de distinto tonelaje, coches de apeos, un coche especial extintor de anhídrido carbónico, furgonetas auxiliares, vehículos de protección respiratoria y un coche de salvamento acuático, entre otros. Más tarde, en 1976, se creaba la Unidad de Buceo que alcanzó tal prestigio en España que sería solicitada por los gobiernos civiles correspondientes en numerosas catástrofes.

 
Vehículo recogida de hidrocarburo 
Almacenes Arias (1987):
El 4 de septiembre de 1987 se recibía en la central del servicio, a las ocho menos veinte de la tarde, el primer aviso. 
Pero aproximadamente a las tres menos veinte de la madrugada del día 5, cuando se estaban realizando los trabajos de enfriamiento, sobrevino el hundimiento sepultando a diez bomberos que fallecerían. 
El alcalde de Madrid, D. Juan Barranco, impuso sobre los féretros de los fallecidos la medalla de oro de Madrid, en el patio de Cristales del Ayuntamiento, 
En el lugar de la catástrofe se construyó un edificio, que alberga hoy unos mini cines, y pasados diez años del siniestro, se adosaría al edificio una placa conmemorativa al cuerpo y a los diez bomberos que dejaron allí su vida.

Almacenes Arias. 
Incendio Windsor (2005):
El último gran incendio que ha intervenido el Cuerpo de Bomberos de Madrid ocurrió el 12 de febrero de 2005 en uno de los rascacielos más emblemáticos de la capital, el edificio Windsor. 
A las once y diecinueve minutos de la noche se informaba de que había fuego en la planta 21ª. Las llamas alcanzaron tales proporciones que produjeron hundimientos de falsos techos y del cableado de la construcción. Un grupo de bomberos quedó atrapado, teniendo que ser rescatados y el jefe de guardia ordenó desalojar el edificio. 
Sobre las tres de la madrugada las llamas habían bajado hasta la planta 17ª, denominada planta técnica, pero saltó violentamente y bajó hacia los pisos inferiores. El Windsor mostraba una imagen patética a la vez que impresionante.

Incendio edificio Windsor.